
Una alimentación equilibrada no solo depende de los alimentos que se consumen, también va de la mano de los hábitos que la rodean. Actualmente, muchas personas cometen errores que, sin darse cuenta, comprometen su salud y bienestar. Conocer estas fallas y aprender a corregirlas es el primer paso hacia una nutrición más consciente y efectiva.
Entre los errores más comunes se encuentran la desorganización, el consumo impulsivo, omitir horas de comida y no incluir variedad de grupos alimenticios. Muchas personas priorizan alimentos rápidos o procesados por comodidad y rapidez, dejando de lado opciones más nutritivas. Además, no calcular porciones adecuadas ni considerar las necesidades individuales puede llevar a desequilibrios nutricionales que afectan la salud a largo plazo.
Omitir comidas como el desayuno puede impactar en el metabolismo, reducir los niveles de energía y provocar un mayor apetito en el transcurso del día, favoreciendo la ingesta excesiva y desordenada. El desayuno es fundamental para activar el organismo tras el ayuno nocturno, mejorar la concentración y mantener estables los niveles de glucosa en sangre. Saltarse esta comida puede afectar el rendimiento físico y mental, además de propiciar malos hábitos alimenticios.
El exceso de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares, sodio y grasas saturadas, es otro factor de riesgo. “Estos productos no solo son pobres en nutrientes esenciales, sino que además su ingesta excesiva puede aumentar la probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2 y trastornos cardiovasculares”, afirma el Dr. Nataniel Viuniski, nutriólogo y miembro del Consejo Consultor de Herbalife. “Es fundamental priorizar alimentos frescos y naturales que realmente nutran el cuerpo”.
La deshidratación es otro aspecto que se tiende a subestimar. Puede generar confusión entre hambre y sed, llevar a un consumo innecesario de alimentos y afectar funciones clave como la digestión, la concentración y la regulación térmica. Por eso, mantener una adecuada hidratación es vital para el buen funcionamiento del organismo y el control del apetito.
De igual forma, leer las etiquetas nutricionales con atención resulta ser una herramienta poderosa para tomar decisiones informadas. Comprender lo que realmente contienen los productos ayuda a elegir mejor y a evitar ingredientes perjudiciales que podrían pasar desapercibidos.
“Adoptar hábitos saludables no es complicado si se comienza con acciones simples como planificar los menús, cocinar en casa, incluir una buena variedad de alimentos y comer con atención plena”, señala Viuniski. “La educación nutricional y la constancia son claves para lograr un cambio real y sostenible”.
Una alimentación consciente no se trata de restricciones estrictas, sino de equilibrio, organización y elecciones informadas. Pequeñas modificaciones pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida a largo plazo.