Por: Teresa Rey, directora de Marketing Solutions de LLYC para Panamá y Rep. Dominicana
Las expectativas de las personas hacia las marcas han evolucionado drásticamente. Ya no basta con ofrecer productos de calidad a precios competitivos o prometer transparencia y sostenibilidad. Actualmente enfrentan el reto de conectar a un nivel más profundo, dando lugar a una filosofía human centric, que consiste en algo tan esencial como hacer sentir bien a las personas.
Para crear esta conexión significativa las marcas deben ir un paso más allá de los datos demográficos tradicionales y adoptar un enfoque basado en empatía, comprensión y personalización. Según el informe de LLYC, ’Por qué es tan importante hacer sentir bien a las personas’, el análisis de datos juega un papel fundamental en la construcción de estas relaciones. Pero no se trata solo de acumular información, sino de transformarla en acciones sostenidas en el tiempo que generen un impacto positivo y duradero.
El primer paso es conocer el entorno y el contexto en el que operan. Vivimos constantemente en escenarios impredecibles, donde las crisis económicas, los cambios tecnológicos y los movimientos sociales impactan las percepciones y comportamientos de las personas. Analizar las tendencias del sector y el contexto político-social permite a las marcas entender cuáles son los desafíos clave para conectar con sus audiencias.
Posteriormente, se debe escuchar a los consumidores. Las herramientas de inteligencia digital han hecho que la cantidad de información disponible sea inmensa, pero también han facilitado organizarla y analizarla para obtener un conocimiento más profundo. Al escuchar lo que las personas dicen y hacen, pueden alinear sus estrategias con sus expectativas, necesidades y aspiraciones.
En este camino, la empatía es el puente que transforma el análisis en conexión emocional. A través de tecnologías como las inteligencias generativas, las marcas pueden desafiar sus propias suposiciones y comprender mejor las perspectivas de sus audiencias. Este paso no solo fortalece la relación marca-persona, sino que también abre la puerta a la creatividad y la innovación, fundamentales para responder a las demandas cambiantes.
Luego llega el momento de idear. Con una base sólida de datos y empatía, las firmas pueden diseñar soluciones y mensajes que resuenen de manera auténtica con cada segmento de su audiencia. En este punto no hay lugar para generalizaciones; el enfoque debe ser personalizado, asegurándose de que cada interacción refleje un profundo entendimiento de las personas involucradas.
Finalmente, la etapa de implementación cobra vida. Sin embargo, es importante que esta acción no sea un paso aislado, sino el resultado de todo el proceso anterior. Implementar sin conocer, escuchar ni empatizar conduce a una comunicación superficial y unilateral. Por el contrario, cuando las marcas conversan en lugar de simplemente hablar, logran construir promotores de una conversación positiva, fortaleciendo su reputación y posicionamiento.
El camino hacia un enfoque human centric es una inversión estratégica que requiere tiempo, esfuerzo y recursos, cuyos beneficios trascienden lo financiero y se pueden ver los frutos a mediano y largo plazo. Al hacer sentir bien a las personas las marcas no sólo logran una mayor lealtad y conexión emocional, sino que también se posicionan como agentes de cambio en una sociedad que valora cada vez más la autenticidad y el compromiso humano.