
En Panamá, el cáncer sigue siendo un desafío de salud pública con un impacto creciente. Cada día, entre 10 y 12 personas reciben un diagnóstico y se registran alrededor de 7 muertes por esta causa, según cifras recientes del Instituto Oncológico Nacional. En ese contexto, pensar en preservar la fertilidad no es un lujo: es una necesidad para quienes desean seguir construyendo su futuro, incluso en medio del tratamiento.
Recibir un diagnóstico oncológico en plena etapa fértil representa un doble impacto: la urgencia médica y la amenaza sobre la capacidad de ser padres. Pero los avances científicos han abierto una ventana de esperanza para quienes desean enfrentar su tratamiento sin renunciar a su maternidad o paternidad futura.
“El deseo de ser padre o madre no desaparece con el cáncer. Al contrario, muchos pacientes nos confiesan que ese anhelo se convierte en su motor para luchar. Por eso, ofrecerles una solución médica concreta es parte de nuestro compromiso”, afirma el Dr. Saúl Barrera, director médico de IVI Panamá.
Según datos del Ministerio de Salud, entre 2015 y 2024 se registraron 3,695 casos de cáncer de cuello uterino en mujeres mayores de 20 años en Panamá. Además, el cáncer de mama sigue siendo el de mayor incidencia en mujeres panameñas (13%). En los hombres, los tipos más comunes incluyen el cáncer de próstata, colon y pulmón. En conjunto, el país reporta entre 10 y 12 nuevos diagnósticos de cáncer al día y, lamentablemente, alrededor de 7 personas mueren diariamente por esta causa. En ese contexto, la preservación de la fertilidad se vuelve una decisión crítica, no solo médica sino emocional.
Preservar antes del tratamiento: ciencia que protege el mañana
Antes de iniciar tratamientos como quimioterapia, radioterapia o cirugías oncológicas, existe un momento decisivo: preservar. En IVI Panamá, los pacientes tienen acceso a técnicas avanzadas como la vitrificación de ovocitos, que permite congelar óvulos manteniendo la calidad del momento presente. Gracias al método Cryotop, esta técnica alcanza tasas de éxito cercanas al 97%.
Además, IVI ofrece otras alternativas personalizadas: congelación de tejido ovárico, maduración in vitro de ovocitos, trasposición de ovarios y uso de agonistas de GnRH. La elección depende del diagnóstico, la edad, el tipo de tratamiento oncológico y el tiempo disponible.
Los hombres también pueden preservar su fertilidad mediante la criopreservación de esperma, asegurando que su capacidad reproductiva esté protegida antes de comenzar el tratamiento. Preservar la fertilidad es más que una intervención médica: es un acto de defensa emocional, una afirmación de que hay futuro más allá del cáncer.
Una segunda oportunidad que empieza antes del tratamiento
A diferencia de otros procedimientos médicos, la preservación no tiene fecha de caducidad: los óvulos o espermatozoides pueden usarse años después. Y muchas veces, la sola posibilidad de decidir más adelante alivia parte del peso emocional que conlleva el tratamiento contra el cáncer.
“La fertilidad femenina disminuye significativamente después de los 35 años. Si a eso le sumamos los efectos de un tratamiento oncológico, el margen de acción se reduce considerablemente. Por eso es clave actuar a tiempo y ofrecer soluciones médicas que protejan la posibilidad de ser madre”, explica el Dr. Saúl Barrera.
El impacto psicológico también juega un rol clave. Según estudios realizados por especialistas del Grupo IVI, el 63% de las pacientes que vitrificaron sus ovocitos antes de iniciar un tratamiento contra el cáncer expresaron que su deseo de ser madres era tan importante como curarse.
Un compromiso con la vida
En IVI Panamá, la tecnología de vanguardia y la empatía clínica se integran para ofrecer tratamientos personalizados y un acompañamiento emocional sólido. Porque preservar la fertilidad no solo es proteger la capacidad biológica de tener hijos: es defender la posibilidad de vivir plenamente después del cáncer.
Enfrentar un diagnóstico de cáncer puede ser devastador. Pero en medio de esa tormenta, preservar la fertilidad es sembrar una semilla de futuro. Una promesa silenciosa de que, cuando todo pase, aún será posible construir la familia que se soñó.
